El trabajo, la rutina o el stress de las responsabilidades hacen que cada vez más las personas opten por tomar descansos, incluso en épocas en las que tradicionalmente no se hacía. Es decir, ya no hace falta esperar al verano o a las vacaciones de invierno para viajar, sino que con los cambios en los hábitos, las pausas y los recesos son cada vez más frecuentes y se disfrutan a lo largo de todo el año.
El período de descanso suele ser tomado como una oportunidad para desconectar el cerebro. No se trata de razones abstractas o simples excusas, la Declaración Universal de los Derechos Humanos en su Artículo 24, manifiesta que “toda persona tiene derecho al descanso, al disfrute del tiempo libre”.
La ciencia también cumple su rol para defender la importancia del descanso. El biólogo estadounidense Wallace J Nichols, por ejemplo, demostró que estar cerca de grandes masas de agua estimula en el cerebro la producción de químicos como la serotonina, la dopamina y la oxitocina, que generan un estado de felicidad.
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